viernes, 18 de mayo de 2012

La vida en un endecasílabo


La clase de hoy tendrá lugar fuera del aula. Examinaremos la fauna que puebla la ladera, detrás de la escuela, remontándola hasta alcanzar una pineda joven, que contempla Barcelona. Collserola en primavera. El profesor instruye cómo, debajo de las piedras, se esconden insectos diversos, incluso alacranes. Excitación al descubrir un ejemplar. El profesor muestra cómo hay que atraparlo por detrás, cogiéndolo por la cola. Así queda desactivada su peligrosa defensa, puesto que sólo puede inyectar su veneno proyectando el aguijón hacia delante y hacia arriba. Introducimos la presa en un bote de cristal, que luego rellenaremos de alcohol de 96º para conseguir su endurecimiento y conservación. El arácnido trofeo permanecería expuesto en una estantería del dormitorio de la infancia, fiel compañero durante los años de estudio.
¿Y qué diríamos ahora, como padres, de un maestro que enseñara a nuestros niños cazar escorpiones con las manos?
Pero así nos instruía Pere Cairó, apasionado, atrevido, pedagógico, ilustrado. Muchos años después escribí y publiqué un libro titulado “De Natura”, que se quería inspirado en los atomistas griegos y en el latino Lucrecio pero que, en realidad, veo ahora que fue inoculado por el virus de las lecciones naturalistas del profesor Cairó. Él nos resumió el ciclo de la vida en un endecasílabo: “Nace, crece, se reproduce y muere”. Gracias, maestro.


Francesc (Kiko) Badia - Gaudí



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